jueves, 15 de octubre de 2009

Lobo Negro

Lobo Negro

“Un espécimen fabuloso”, pensó el cazador, al mirar a un lobo gris que yacía en el suelo junto a su cría, “pero aún falta el mejor”.

Recogió una escopeta que estaba en el suelo y al ponerse de pie, tuvo una sensación extraña que lo hizo girarse. A unos metros de distancia estaban un par de ojos inyectados en sangre rugiendo por venganza, un enorme hombre lobo negro de más de dos metros y medio de alto, dispuesto a saltar.

La enorme bestia tomó impulso y saltó en dirección del cazador, que lo vio sacar sus poderosas garras mientras aún estaba en el aire. Al caer, la criatura dio un terrible garrazo que pudo haber partido un árbol, pero no dio en el blanco pues el cazador se movió tan rápido que casi desapareció de la visión de la criatura. La bestia volvió a tomar impulso y se abalanzó contra el sujeto que apareció casi al instante a un par de metros de donde estaba inicialmente, haciéndole pasar de largo y perder el equilibrio. Cuando la bestia se logró girar luego de recuperarse, recibió un escopetazo que le hizo trastabillar, pero no la detuvo, y volvió a intentar el ataque, pero esta vez al saltar, lo hizo por encima de donde debería haber estado el sujeto, que volvió a moverse a esa velocidad impresionante, luego con una destreza increíble para una criatura de esa envergadura, llegó a la pared del lado opuesto y la usó para volver a impulsarse.

El cazador que no se esperaba un ataque tan elaborado de parte de esa bestia, alcanzó a bloquear con el arma el primer garrazo, pero el segundo le dio en el muslo, haciéndolo caer al suelo de dolor.

La bestia levantó sus garras, se disponía a desgarrarle el cuello al asesino, cuando el cazador activó una pequeña arma trampa que llevaba entre sus ropas y cientos de pequeñas esquirlas plateadas, surcaron el espacio entre cazador y su presa. La bestia gritó de dolor y retrocedió. No tenía alternativa, debía escapar, pues pronto tales heridas le podrían producir la muerte y el dolor era insoportable, tendría que dejar su venganza para otra ocasión.

Mientras la bestia se retiraba penosamente, el cazador intentó ponerse de pie, pero la herida en su pierna era profunda y le costó moverse, sin embargo no dejaría escapar su trofeo, el magnífico lobo negro.

La bestia sentía cómo la sangre caliente se le derrama por el pelaje a medida que caminaba, pues algunas de las esquirlas eran de plata y no podía regenerarse. Intentó quitárselas, pero algunas de ellas estaban profundamente incrustadas en la carne y al moverse le generaban un enorme dolor. Escuchó que el cazador, venía detrás, y sabía que lo mejor era correr simplemente por el suelo, pero no sabía cuanto más podría durar, por lo que decidió subir a un árbol, ya que le proporcionarían un seguridad momentánea. Como todo estaba mojado y resbaladizo, pues durante el día había estado lloviendo y con esas heridas le costó mucho subirse sin hacer ruido.

Pero aunque había estado lloviendo dos días seguidos, la noche estaba casi completamente despejada y una pálida luna creciente iluminaba el bosque de la madrugada. De pronto, un olor familiar le llegó de entre los árboles y la criatura escuchó los pasos de alguien más en el bosque.

Ante su sorpresa, de entre los árboles vio aparecer un cachorro humano, levemente iluminada por la luna, se veía pálida y angelical, y la extraña visión le trajo un vago recuerdo de su hermano, de quien no tenía noticias hacía mucho tiempo, más del que pudiera suportar. La niña parecía estar buscando algo pues miraba en todas direcciones, “la criatura perdió el rumbo de su casa pues parece tener frío”, pensó.

Inesperadamente, el cazador apareció sin hacer ruido, o tal vez no había estado prestando la atención suficiente. El cazador se acercó a la niña y dijo algo, creyó que él le iba a hacer daño y pensó en bajar a enfrentar al cazador, sin embargo antes de que pudiera moverse, la pequeña dijo algo y el cazador pareció darse cuenta de un poder mágico de la pequeña e intentó huir, pero la niña volvió a hablar y el cazador cayó muerto. La pequeña cachorro de humano, había derrotado al poderoso cazador. Definitivamente debía ser una especie de ángel que había venido a rescatar a su gente.

Sus heridas eran graves y debía regresar con su manada, ahora el cazador estaba muerto y podría regresar sin miedo de mostrar su escondite. Bajó de un salto del árbol, pero al hacerlo una de las esquirlas se le incrustó más en la carne, lo que hizo que la bestia volviera a gritar de dolor. No era su intención asustar a su ángel, que cayó al suelo evidentemente atemorizada. Intentó explicarle, pero aún no sabía hablar humano, así que decidió llevarla consigo, tal vez el resto podría hablar con ella, explicarle y darle las gracias. Parecía tan frágil, que decidió llevarla con cuidado para no dañarla y poder llegar pronto al refugio.

Cada paso era una verdadera tortura, el dolor de las esquirlas aún incrustadas en uno de sus muslos y una entre las costillas, era de las cosas más terribles por las que había pasado, casi tanto como haber perdido a su padre y no poder ver a su hermano. Por suerte ya no quedaba mucho para llegar al refugio, allí alguien podría extraer las agujas.

El delicioso aroma a plantas y humedad le llegó a su nariz con la brisa, indicándole que sólo faltaban unos pasos más, y de pronto allí estaba, nuevamente frente a ella, el lugar más glorioso en el que cualquier ser vivo podría desear estar. Oculto entre las rocas del cerro y protegido por los añosos árboles del bosque, caía serena y vibrante de vida la cascada de los ancestros, según la abuela el ejemplo perfecto del poder de la gran madre.

Entró en el refugio cuya entrada estaba tan cubierta de plantas que era muy difícil, si es que no imposible notar que allí había una entrada si no se sabía que existía. El sonido de la eterna caída de agua continuaba escuchándose, pero su sonido estaba amortiguado por las paredes de roca. El lugar estaba levemente iluminado, aunque la fuente de aquella luz no estaba a la vista, aún así las criaturas que allí habitaban no necesitaban demasiada iluminación pues sus ojos estaban adaptados muy bien a los ambientes oscuros.

La enorme bestia dejó con cuidado a su pequeña ángel en el suelo, que aún parecía asustada, pronto arreglaría ese mal entendido, pensó.

  • *¿Qué has hecho Akin? – le increpó con odio uno de sus compañeros de manada que estaba en su forma humana.
  • *¿Qué he hecho de qué? – preguntó con inocencia y alerta.
  • *¡Trajiste a un vampiro a nuestro hogar sagrado!, ¡a esa criatura maldecida!
  • *¡¿Qué?!, ella no es un vampiro… - se detuvo pues no sabía siquiera qué era un vampiro.
  • *Por supuesto que es un vampiro, no sientes su olor repugnante a muerte y sangre.
  • *Pero ella me salvó del cazador, no puede ser mala – su voz sonó a disculpa, aunque no se sentía culpable.

Su compañero había abierto la boca para continuar con su sermón, cuando de pronto uno de sus hermanos de la manada, Neom, también sintió el olor del vampiro y decidió matarlo.

  • *Sucia criatura asesina, cómo te has atrevido a entrar aquí – y se abalanzó para morder a la vampira, que estaba inmóvil en una esquina.

No alcanzó a llegar a la mitad de camino y sintió un dolor terrible en el tórax. Por un momento pensó que el vampiro la había dañado con algo mágico, pero pronto se dio cuenta que era uno de sus propios compañeros quien la estaba atacando, de hecho era Akinmanaia, una de las lobas recién llegadas, que a pesar de su corta edad ya había obtenido la última transformación, la odiaba por eso, pues ella tenía casi dos años más, entrenando y peleando junto a su manada y aún no obtenía la última transformación. Sin embargo, el poseía un arma secreta y se la haría sentir con toda su fuerza por tener la osadía de impedirle la satisfacción de destruir al vampiro que estaba profanando su hogar.

Adoptó la transformación más poderosa a la que había llegado, de mucha menor envergadura, pero que le permitía moverse mejor y más rápido. Concentró parte de su energía en sus manos y su uñas se volvieron duras como el acero, y logró, con satisfacción, enterrar sus afiladas garras como cuchillos en el brazo de Akin.

El ruido, el olor del vampiro y de la sangre que se derramaba en la pelea atrajeron a varios lobos más que se encontraban en las cercanías del escondite.

Uno de ellos vio lo que estaban ocurriendo e intentó detener a Akinmanaia.

  • *Suéltalo – gritó mientras saltaba a morderle una pata, pero sorpresivamente recibió una patada que lo mandó contra la pared.

Se transformó y la rabia le hizo moverse a una velocidad impresionante incluso para un hombre lobo y mordió a Akin en el cuello.

Estaban todos tan enzarzados en la pelea o viéndola, que no se percataron que había llegado la gran anciana.

  • *Paren la pelea – fue todo lo que tuvo que decir, y todos obedecieron automáticamente.

Akin sintió cómo los colmillos que aprisionaban su cuello ahogándola la soltaban y a su vez ella soltaba a su presa. Sólo entonces notó el terrible cansancio de su cuerpo desangrado y del dolor que le estaban generando las esquirlas en el muslo. Hubiera querido sentarse y relajarse, pero tuvo la impresión que si lo hacía el dolor sería peor, por lo que se mantuvo de pie frente a la gran anciana, que la miraba con desaprobación, por lo que agachó la cabeza con vergüenza.

Por su lado, Neom al sentir que la torpe de Akinmanaia lo liberaba, se puso de pie ayudándose de las paredes para sentarse. Al ver que ella estaba de pie a pesar de las heridas, no quiso ser menos y con esfuerzo se puso de pie también para escuchar a la gran anciana. Esperaba que por lo menos la echaran del santuario por evitar que matara al vampiro que había mancillado ese lugar sagrado.

  • *¿Qué ocurre, por qué pelean entre hermanos y por qué esta ese vampiro aquí? – la anciana loba habló lento. Su voz temblorosa parecía más triste que enojada, pero su mirada mostraba una enorme ira contra la pequeña niña que le devolvía la mirada con sus ojos oscuros y llenos de miedo.
  • *Anciana – habló el hombre con el que había estado hablando Akin – ha habido un mal entendido aquí, y creo que debieras hablar con Akinmanaia – continuó prudentemente pues no quería generar más conflictos en la manada exponiendo a la joven e inexperta loba al escrutinio y acusaciones del resto.
  • *Yo sólo sé, que Akinmanaia - Neom no tuvo problema en demostrar todo su desprecio al mencionar el nombre de Akin – me atacó cuando yo pretendía matar a esta criatura maldita, anciana, ella debe ser castigada…
  • *Esperen, esperen – la anciana llamó a la calma cuando todo el lugar se llenó de gruñidos – primero, hay que matar al vampiro para limpiar nues…
  • *¡No! - gritó Akin por sobre la voz de la anciana y se interpuso entre la niña, que aparentemente se había desmallado, y la anciana.

Todos la miraron con horror, cómo pasaba a llevar así la autoridad de la gran anciana, era inconcebible, intolerable.

  • *Anciana, por favor habla en privado con Akin – intentó evitar el conflicto una vez más, el hombre.
  • *Queremos saber qué ocurre aquí – dijo otro de los lobos que había estado de espectador.

La anciana cerró los ojos un momento, el respetuoso silencio fue absoluto. Cuando volvió a abrirlos, dio la impresión de estar más cansada y volvió a hablar con su voz temblorosa.

  • *Si esto atañe a la manada o es algo que pudiera ponerla en peligro… – hizo una pausa para meditar sus palabras – entonces la manada será informada. Por el momento, hablaré con los involucrados en el desorden, uno por uno y a solas.
  • *¿Pero cómo no nos va afectar el que este un ser maldecido esté en nuestro hogar? – dijo el que había pedido saber qué ocurría.
  • *No se hable más del asunto, y vuelvan a sus actividades – la anciana subió el volumen de su voz. Nadie más se atrevió a contradecirla.

Cuando todos se hubieron marchado, excepto aquellos que habían estado peleando, pidió hablar primero con Akinmanaia, haciendo caso omiso de los reclamos de Neom que quería hablar primero.

La anciana quería ir un lugar más privado para conversar, pero Akin se negó pues no quería dejar a la niña sola, la podrían querer matar mientras no estuviera, argumentó e hizo salir a los demás.

  • *Está bien – dijo finalmente la anciana con voz cansada, viendo que Akin no pensaba moverse de allí – Entonces mi querida – su voz se había dulcificado a extremo – dime que pasó, por qué peleaban y por qué defendiste al vampiro. Siéntate a mi lado – dijo poniendo una de sus patas a un lado como indicándole un lugar para sentarse en el suelo.

La anciana estaba conciente que ella era casi un cachorro y por haber vivido tanto tiempo alejada de una manada aún le era difícil comportarse en una, por lo que debía tener paciencia.

  • *Gran anciana – la voz de Akin se quebró – me duele.
  • *¡¿Qué ocurrió querida?! – preguntó alarmada.
  • *No puedo quitarlas – dijo con un hilo de voz, casi como un niño pequeño cuando se raspa las rodillas – las agujas me queman – movió su pelaje negro para dejar ver la herida que aún sangraba.
  • *¡Ah! – ahogó un grito, cómo era posible que aún estuviera de pie si tenía una esquirla de plata incrustada en la carne, pensó con horror. El dolor debió hacerla desmayarse apenas la plata rompió su piel – pero niña, por qué no lo dijiste antes… – dijo con apremio, mientras iba a la otra habitación por una pinza.

La anciana llamó al humano para que la asistiera con la extracción de las esquirlas. La anciana adoptó su forma humana para poder usar sus manos y ayudaron a Akin a recostarse en una plataforma de piedra, que bien podría haber servido de cama, que estaba en un rincón de la misma habitación.

  • *Ay pequeña, esto va a doler – dijo con tono maternal, arrugando la frente en señal de dolor haciendo que las arrugas de su cara se profundizaran.
  • *Trata de no moverte – dijo el humano – toma, muerde esto – y le pasó una rama de árbol envuelta en un género.
  • *¿Para qué? – preguntó mirando la rama con curiosidad. Pero como no obtuvo respuesta se lo puso entre los dientes.
  • *Anciana, no sería mejor que se transformara, para poder tener mejor visual.
  • *¡No!, las esquirlas están en los músculos, si lo hace podrían llegar a algún órgano y entonces moriría.

Limpiaron la herida del tórax que era la más peligrosa y procedieron.

Si cuando las esquirlas se incrustaron en su cuerpo sintió dolor, eso no era nada en comparación a lo que sentía ahora. Cada vez que la anciana tocaba la herida era algo insoportable. El dolor parecía extenderse por todo su cuerpo apoderándose de sus reflejos haciéndola moverse compulsivamente. Se agarró de la plataforma de piedra en la que estaba recostada para no golpear a la anciana con uno de esos movimientos involuntarios.

  • *Creo que deberíamos hacerla dormir – propuso el hombre.
  • *¡Noo! – gritó Akin entre dientes apretando con fuerza la rama y con lágrimas en los ojos, no quería dejar a la niña.
  • *Mmm… igual a su madre… – dijo la anciana entre dientes.

Akin escuchó el comentario y hubiera querido preguntarle, pero en ese momento, la anciana logró llegar hasta la esquirla y la arrancó. El grito de dolor se escuchó en todo el bosque.

Rápidamente curaron la herida para que dejara de sangrar, el resto tendría que hacerlo la naturaleza, y en esos casos de heridas con plata, la naturaleza era muy lenta aún con los hombres lobo.

El procedimiento con la esquirla en el muslo fue igualmente doloroso, para los tres. Afortunadamente no requirió nada especial, el objeto de plata salió limpiamente de la herida.

  • *Ahora deberías transformarte para que puedas descansar mejor – dijo la anciana con su voz maternal mientras le acariciaba la cara y le secaba las lágrimas con un paño – hablaremos mañana.
  • *Yo se qué ocurrió – le dijo en voz baja el hombre a la anciana – déjeme explicarle.

Se fueron a un lado de la habitación y el hombre comenzó a explicarle lo que había ocurrido y lo que le había dicho Akin. De vez en cuando la anciana miraba a la vampiro con su rostro lleno de odio.

Akin volvió a su forma natural de lobo, así se sentía mucho mejor, pero estaba muy cansada, no sabía cuánto más podría soportar despierta para evitar que mataran a su ángel. Usando toda la poca fuerza que le quedaba se puso de pie y caminó penosamente hacia la niña.

El hombre y la anciana vieron a la loba de perfecto pelaje negro, caminar arrastrando las patas para llegar hasta la vampira y recostarse a un lado de sus piernas. El primer impulso de ambos fue el de impedir que se le acercara, pero concluyeron en silencio, que debían dejarlo así.

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