jueves, 15 de octubre de 2009

Carta

La letra con la que estaba escrita aquella carta era de una impecable escritura a mano, cursiva y pomposa, sin manchones de tinta o correcciones. Por el estado del papel se podía decir que tenía muchos años, veinte o treinta años o tal vez simplemente había sido muy maltratado.

Con curiosidad y algo de temor, Vía, tomó aquella hoja sospechosamente familiar, y comenzó a leerla sin preocuparse que estuviera saliéndose de su plan.

“Amado Joseph

El tiempo ha transcurrido con inexorable velocidad, y mis crímenes como siempre supimos no podían quedar impagos. Ellos me han encontrado, lo sé y es cuestión de horas talvez días para que me encuentren. No existen palabras en este ni ningún idioma que conozca que pueda expresar el profundo amor que te tengo, tú me salvaste de mi propia inconciencia, de la bestia que se apoderaba cada vez más de mi ser. Eres el único que no ha pedido nada a cambio y que incondicionalmente ha estado a mi lado en los peores momentos.

Por lo mismo, desearía no involucrarte más en este problema, sin embargo no quiero que ellos me encuentren y se lleven lo único que poseo que realmente tiene algún valor. Si alguien debe llevarse lo que me queda de mi alma ese debes ser tú.

Supongo que te mereces que te cuente qué fue lo que ocurrió en realidad y porqué te estoy pidiendo algo así. Siempre me negué a contártelo, no por miedo a tu rechazo, sino porque era demasiado doloroso recordarlo. Mi querido Joseph, espero que mi pequeña historia no cambie tu opinión de mí.”

Sus oscuros ojos se deslizaban con impaciencia sobre las palabras. No parecía ser algo realmente interesante o útil hasta ese momento, pero la figura seca y dura de su maestro apuntando a ese lugar en el que lo único que había era esa carta, le inquietaba.

Miró a su maestro con el rostro inexpresivo por sobre la carta que sostenía con ambas manos. El dedo flaco y marchito ahora parecía estar indicándola a ella, haciendo que un escalofrío le recorriera la espalda, por lo que sin pensarlo dos veces, dio un paso al lado saliendo de la dirección en que el cadáver apuntaba.

Continuó leyendo con la sensación de que algo andaba mal.

“Unos siete años antes de que me encontraras, yo estaba preparándome para contraer matrimonio con el hombre que mis padres habían escogido para mí. A pesar de todo, a pesar que siempre quise estudiar y desarrollarme, debo admitir que estaba ilusionada, Alfred era el hombre más apuesto, inteligente y caballero que había conocido jamás, y terminé enamorándome de él.

Esperaba con ansias el día de nuestro matrimonio que se acercaba con demasiada lentitud. Ya tenía mi vestido de novia, y mi madre estaba preparando la fiesta, que como correspondía, debía ser grandiosa.

Como la mayoría de la alta sociedad, mis tíos paternos fueron invitados a mi matrimonio, entre ellos había uno especialmente querido por mí, pues él se había preocupado siempre de instruirme, me prestaba libros a los que una mujer nunca hubiera podido acceder en aquella época. Él solía decir que yo era la mujer o tal vez el ser humano más inteligente que había conocido y que esperaba grandes cosas de mí, un pensamiento muy adelantado para esa época en que las mujeres no éramos mucho más que pertenencias.

Cuando llegó aquella tarde, no parecía muy feliz, no como hubiera esperado que estuviera dado que su sobrina favorita se casaría en dos días. Escuché que discutía con mi padre, pero no logré entender de qué hablaban, por lo menos no hasta esa noche…

Mi tío me llevó de paseo, dijo que me daría mi regalo de bodas. Avanzamos por algunos senderos que yo no conocía y terminé por no saber dónde estábamos. Yo estaba feliz de estar nuevamente con mi querido tío, aquel personaje risueño y de mirada profunda como el océano, yo siempre pensé que era una persona casi mágica. Hablamos durante mucho tiempo, evitando el tema del matrimonio, en ese momento creí que sólo era porque él no quería que me casara y tal vez me intentaría convencer que me fuera con él. Me sentía halagada por pensar eso, y ya tenía planeado qué le diría para no herir sus sentimientos.

Entonces ocurrió. Alejados de cualquiera que pudiera escuchar mis gritos, tomó mi sangre…

Antes de que las sombras de la muerte me cubrieran por completo escuché su voz suave y aterciopelada, “pronto entenderás mi pequeña Catalina, tu inteligencia será inmortal”, después de eso, vino el dolor, mi garganta quemaba y el dolor se extendió por mi estómago y mis extremidades. Sentía cómo me retorcía, pero no podía escuchar ni sentir nada de lo que ocurría a mi alrededor.

Cuando al fin desperté, estaba en mi cama, los recuerdos eran confusos e incoherentes. Sin embargo había algo diferente, muy diferente, mis sentidos se habían agudizado y me sentía fuerte”

Vía se detuvo nuevamente, seguía sin entender por qué quería su maestro que leyera eso y comenzaba a pensar en irse y leerlo más tarde. Bajó el trozo de papel e iba a tomar sus cosas para largarse del lugar y evitar que llegaran a descubrirla en aquel lugar junto al cadáver de su maestro. Cuando volvió a mirarlo y vio que sus ojos que la miraban con intensidad “¡Ah!” ahogó un grito por el susto de ver al muerto devolviéndole la mirada. Lógicamente era imposible que la hubiera estado mirando, estaba muerto. Bastó con moverse unos centímetros de donde estaba de pie para que la mirada de su maestro se perdiera en el infinito. Decidió que cumpliría su última voluntad y continuó leyendo en el mismo lugar.

“De pronto tuve la extraña urgencia de ver a mi prometido, algo gritaba en mí que había algo que estaba mal.

Me vestí lo más rápido que pude y salí corriendo de mi habitación, corrí por los pasillos de la mansión sin sentir el más mínimo cansancio. Al llegar al comienzo de la escalera que llevaba a la sala principal, me detuve sin entender lo que mis ojos veían. Estaba toda la familia reunida, incluyendo a aquellos que pronto serían parte de mi familia excepto por Alfred y muchos de ellos estaban llorando y sin excepción sus expresiones eran de tristeza.

Bajé por la escalera mientras poco a poco las miradas se iban fijando en mí. Entonces lo entendí, Alfred había muerto. Seguí bajando mientras las lágrimas rodaban por mis mejillas.

Entre la gente un rostro resaltó con fuerza, era mi tío que me miró con el rostro casi sin expresión, y hubiera pensado que estaba triste si no hubiera sido por un fugaz y casi imperceptible movimiento en la comisura de sus labios que me pareció una sonrisa, junto antes de girarse para darme la espalda.

Oculté cuanto pude el odio que creció como un monstruo dentro de mí cuando me contaron la verdad o por lo menos parte de ella, pues sabía que me ocultaban algo de la muerte de Alfred. Estaba segura que Alfred no se había suicidado como nos habían hecho creer y no me cabía duda que mi tío estaba involucrado.

Secretamente elaboré un plan para matar a mi tío, el que me había convertido en la aberración que era, un vampiro y me había arrebatado la oportunidad de ser feliz. ”

Vía se sorprendió al ver cierta similitud en la historia que leía con su propia historia y continuó leyendo con un poco más de interés.

“Le hice creer que confiaba en él y lo seguí donde fuera que él fuera, fui su sombra y su aprendiz, siempre con el amargo recuerdo de mi quebrada felicidad quemándome por dentro. Entonces vi la oportunidad que tanto había esperado y lo maté tomando su sangre tal cual él lo había hecho conmigo una vez, pero el sabor de su sangre era lo más exquisito que jamás hubiera probado y sentí correr por mis venas una renovada fuerza y por primera vez desde el momento en que había despertado aquella noche luego de mi conversión, la sed había desaparecido.

Aquella extraordinaria noche vi el verdadero poder que lleva consigo la sangre, y salí en busca de más. Casi no permitía que la sed volviera, siempre encontraba a algún estúpido vampiro del que pudiera aprovecharme para obtener lo que a esas alturas consideraba lo único digno de ser consumido por mí.

Lo que no sabía, era que con eso obtenía mucho poder, pero también me alejaba cada vez más de la humanidad, y la bestia que coexiste con todo vampiro se apoderaba de mí cada vez con más fuerza hasta que mi conciencia fue opacada por la esencia del mal que vivía en mi interior. Comencé a vivir en las tinieblas, tomando cada noche todo lo que quería, pero cada vez con mayor fiereza. Entonces apareciste tú, como una luz en medio de mi oscuridad.

Sé por cosas que me contaste hace algunos años que me encontraste mal herida y muriéndome después de una terrible pelea que tuve con un vampiro poderoso. Me sacaste de allí y me tuviste encerrada incapaz de moverme por mucho tiempo. Me alimentaste con sangre humana nuevamente y recuerdo claramente como su sabor me producía arcadas, pero la sed era mayor y la tomaba con agradecimiento. Finalmente me liberaste, recuerdo que te pregunté por qué me ayudaste y tu única respuesta fue el indicarme un espejo que estaba a nuestro lado del que no había sido conciente hasta entonces. La figura que vi reflejada en él era muy diferente a la muchacha que recordaba. Tenía mi largo cabello rojo enmarañado y revuelto, mi ojos estaban desencajados horriblemente abiertos y alrededor de ellos la piel estaba oscurecida. Sólo entonces comprendí que me habías rescatado de lo peor en lo que podía caer cualquier ser y estuve contigo desde entonces.

Es probable que todo esto lo hayas sabido o por lo menos intuido, pero lo que nunca te dije es que entre los miles de vampiros que asesiné, había uno cuyo poder superaba los límites de la naturaleza. Cuando bebí su sangre hasta matarlo, por un momento fui conciente de un antiquísimo poder, casi tan antiguo como la tierra misma, un poder que surgía de una aberración de lo que llamamos poder de dios, pero según mi epifanía, eso estaba muy lejano a ser el dios que como humanos concebimos. Fuera lo que fuera, ahora eso estaba en mí y no había nada que pudiera hacer, entonces mi conciencia volvió a nublarse y la bestia continuó ocupando mi cuerpo.

Nunca había querido hablar de eso porque como ya te dije, era demasiado doloroso, era demasiada carga y odiaba recordar en lo que me había convertido, pero ahora que ellos vienen a buscarme, sé que es importante que este poder no caiga en malas manos, sea cual sea, pues aunque lo siento correr en mis venas, jamás me atreví a usarlo, ni aún cuando me ayudaste a volver de mi locura, pues presiento que es demasiado peligroso. Deseo que seas tú quien lo posea, que seas tú quien tome mi sangre y me permita descansar…”

Vía dejó caer el papel sin terminar la lectura, ¿era eso lo que intentaba decirle su maestro, que su sangre contenía algo que era demasiado poderoso, demasiado incluso para aquella mujer que poseía el poder de probablemente cientos de vampiros?. Volvió a levantar la vista hacia el cadáver inmóvil, seco y rígido de Joseph. Tuvo la horrible impresión de que sonreía, que su sonrisa maquiavélica intentaba burlarse de ella, que intentaba decirle que incluso después de muerto podía seguir engañándola y burlarse de ella.

Su temor se volvió desesperación y esa desesperación dio paso al terror, y se quedó inmóvil, mirando el cadáver, como si esperara que en cualquier momento se levantara para reírse a carcajadas de la broma.

Había caído en un estado casi catatónico, en aquellos que ella caía cuando cosas horribles le ocurrían y fue inconsciente del tiempo que transcurrió entonces. Sólo se había tardado en leer aquella carta unos cuantos segundos y ahora estaba desperdiciando su precioso tiempo de escape en ese ridículo estado. Pronto estarían allí y la descubrirían, pero le era imposible escapar de la pesadilla en la que había caído.

Fue entonces que algo se quebró en su mente dando paso a alguien que era más fuerte, alguien que podía tomar el control cuando el sufrimiento le impedía pensar, alguien más frío, más calculador, que escasamente podía sentir algún remordimiento.

Ese alguien cuyos ojos no reflejaban sentimiento alguno-

Escuchó los pasos en el exterior de la habitación, no dudó en tomar la carta y moviéndose lo más rápido que sus pasos se lo permitieron tomó las cosas que necesitaba y abrió la ventana. Sintió el viento zumbarle en los oídos. Cuando se abrió la puerta entró un humano pues pudo escuchar sus latidos furiosos al ver el cadáver de su maestro, escuchó el grito que se apagaba mientras avanzaba rápidamente por los tejados de las casas vecinas.

Estaba en problemas, la habían descubierto y no faltaría mucho antes de que una horda de vampiros enfurecidos la siguiera para tomar su sangre. Bajó de los tejados conciente que allí era demasiado visible desde la altura. Y comenzó a correr por las calles húmedas.

Poco a poco una Vía menos calculadora comenzó a volver, como si hubiera estado durmiendo en alguna parte. “Corre” le dijo una voz secreta en su mente, “nos siguen, no deben atraparnos” enfatizaba sin expresión aquella voz. Entonces se dio cuenta de que debía correr pues había matado a su maestro y ahora la estaban persiguiendo por haber roto las reglas.

Y como si hubieran acelerado la frecuencia de las imágenes que la rodeaban, vio el tarro de basura, se vio metiéndose en ese tarro sucio y maloliente, vio correr a sus perseguidores por la calle y luego a Elizabeth acercándose a su escondite. Un escalofrío de miedo recorrió su espalda.

En ese escaso espacio de tiempo en el que uno no sabe si esta dormido o despierto, Vía abrió los ojos con más esfuerzo que de costumbre, había tenido un sueño de algo que había ocurrido en verdad, de eso estaba segura, pero a cada instante el sueño parecía más borroso, como si algo en su interior no quisiera que recordara. Miró a su alrededor confundida, las paredes de piedra no le eran familiares, estaba sentada en la misma posición en la que se había quedado dormida la mañana anterior. Un lobo completamente negro estaba acurrucado al lado de sus piernas respirando con fuerza. La cruel verdad de la realidad le cayó encima y terminó por olvidar por completo aquel sueño. Estaba en la guarida de una manada de hombres lobo que se habían estado peleando la noche anterior por matarla. Cómo podía haberse dormido en esa situación y por qué aún estaba “viva”, dentro de lo que se pudiera considerar como vida para un vampiro, le era un misterio muy grande. Mientras se ponía de pie lentamente para no despertar al lobo que tenía a su lado, comenzó a pensar que tal vez la tenían allí para sobornarla o usarla para algo, o quizas para algún experimento o para intentar hacer algún trueque con algún lobo cautivo o algo por el estilo.

Cuando ya había logrado atravesar casi la mitad de la habitación sin despertar al lobo negro, un lobo gris, el mismo que había visto la noche anterior y que había detenido la pelea, estaba justo frente a ella mirándola con sus ojos celestes y antiguos.

  • *No eres más que una niña – Vía se sobresaltó al escuchar al animal hablarle – sin embargo, sigues siendo un despreciable vampiro – la voz parecía pertenecerle a una anciana, pero esa voz quebrada por los años estaba llena de odio – Mi querida Akinmanaia tendrá que dejarnos por tu culpa, pues ella te ha elegido por sobre su manada. Si fuera por mí te destrozaría aquí mismo, pero los espíritus están con la decisión de Akin, así que no haré nada para impedir esta locura. No conozco el destino que les depare, pero deberás cuidar de ella o yo misma te seguiré hasta donde sea necesario para matarte.

Vía que no entendía qué ocurría, no se atrevió a abrir la boca y simplemente miraba con los ojos inhumanamente abiertos, temblando de pies a cabeza, a ese animal que le hablaba.

  • *Ella posee el don de comunicarse con los humanos, pero aún no sabe el idioma – dijo la loba acercándose a donde estaba el lobo negro que había despertado cuando la loba gris había empezado a hablar – por lo que tendrás que enseñarle. Akin, que tu elección te lleve por el camino del bien – dijo en el idioma de los hombres lobo, por lo que Vía sólo escuchó gruñidos – y nunca olvides a tu manada.
  • *No lo haré, gran anciana – dijo Akinmanaia con todo respeto.
  • *Que los espíritus te acompañen.

Y Akin se puso al lado de Vía, que la miró con terror.

  • *Puedes irte – le dijo a Vía la anciana loba – y recuerda que estaré pendiente de tus pasos, vampiro.

Cuando salieron de la guarida, el sol se había puesto hacía sólo unos minutos y aún estaba claro incluso en esa parte del bosque. El lugar de inconmensurable belleza no logró llamar la atención de Vía que estaba más preocupada de la enorme bestia que podía en cualquier momento descuartizarla sin esfuerzo, que del camino.

¿Qué harían con ella?, ¿qué querían de ella?, ¿por qué aún no la mataba?, de pronto unas palabras resonaron en su mente “Mi querida Akinmanaia tendrá que dejarnos por tu culpa, pues ella te ha elegido por sobre su manada”, ¿ella te ha elegido por sobre su manada?, ¿tendría ella que saber qué significaba eso o había algo más, algo que tuviera más significado para esas bestias?

Continuó dándole vueltas al asunto sin llegar a ninguna conclusión, de lo único que estaba segura, era que no quería estar allí con esa cosa siguiéndola. Debía escapar o deshacerse del lobo, pero cómo.

Miró de reojo al animal que se camuflaba con el entorno ya oscurecido, pues ya llevaban casi horas caminando. Sus ojos grandes eran lo único que habría visto de no tener las habilidades de vampiro que le permitían ver mejor en la oscuridad que a un humano.

Se sentó en una roca y sintió cómo la depresión se apoderaba de ella. Sabía que era inútil deprimirse, pero no lo podía evitar, se tapó la cara con las manos y estuvo un buen rato tratando de evitar ponerse a llorar, no quería estar en una situación aún más desventajosa, aunque sabía que era imposible que pudiera escapar si el lobo se decidía a atacarla. Intentó barajar algunas posibilidades, acudiendo a su, no muy desarrollado, sentido común, para escapar de la criatura. Por la fuerza estaba más que descartado, tal vez debería tratar de engañarla, no podía usar su poder de persuasión porque no funcionaba con aquellos que no entendieran el idioma y eso incluía a ese lobo que se comunicaba con los suyos con gruñidos. Por un instante se imaginó a sí misma gruñendo intentando comunicarse con la bestia, por supuesto era una estupidez, pero a esas alturas su locura natural estaba empezando a aflorar con fuerza.

Continuó elucubrando ideas sin sentido, como tirarle una vara para que la fuera a buscar, o mirarlo a los ojos hasta que se sintiera intimidado, incluso pensó en ofrecerle dinero, dinero que no tenía. Hasta que el milagro ocurrió, la bestia gruñó y se fue. No lo pensó dos veces y se puso a correr lo más rápido que le daban sus piernas en la dirección opuesta a la que había tomado el lobo.

Pronto llegó a la ciudad nuevamente, estaba conciente que allí la estaban siguiendo vampiros, pero se sintió segura y respiró hondo aunque no le era necesario. Pensó que tal vez sería lo mejor llegar a los buses interurbanos y largarse a otro lado, donde fuera, pero lejos de allí.

Mientras caminaba por la calles atestadas de gente a esa hora, notó que la gente la miraba, cosa que no ocurría con frecuencia, entonces se dio cuenta que aún estaba sucia y olía a yogurt descompuesto. Tenía que conseguir ropa si no quería seguir llamando la atención, pero no podía ir a su casa. Entró a una tienda de ropa, fue la primera que pilló, buscó un pantalón y una blusa. Fue con la ropa donde el vendedor, “quítales la alarma” dijo usando sus poderes y el sujeto sin inmutarse tomó la ropa y le quitó los broches que activaban la alarma, “ve a arreglar esa ropa” le dijo luego apuntando un montón de ropa que estaba acumulada sin arreglar en un rincón, supuso que eso le daría el tiempo suficiente para irse sin que él despertara del transe en el que caen los humanos cuando se les da una orden con su poder, lo único de que era capaz todavía. Fue a los probadores y se cambió la ropa, iba saliendo cuando recordó que no podía dejar la ropa ensangrentada en ese lugar y la tomó pensando que luego la botaría en algún basurero, entonces cayeron algunas monedas al suelo, “mejor reviso que no se me quede nada en los bolsillos” pensó y hurgeteó en los bolsillos de su camisa y su falda, entonces encontró un papel que no recordaba, parecía una carta, pero no tenía tiempo para ponerse a leer en aquel lugar, así que la guardó en sus nuevos pantalones junto al resto de monedas y llaves y salió de la tienda.

Al salir volvió a encaminarse a la estación, esperaba poder usar sus poderes para poder obtener algo de dinero y movilizarse.

Estaba tan ensimismada planeando lo que haría de ahí en adelante mientras caminaba, que no se percató que la estaban siguiendo. Cuando iba por una calle poco transitada sintió que alguien le tomaba el brazo con fuerza y la amenazaba con una pistola. “Muévete” le dijo y reconoció de inmediato la voz de un vampiro que conocía, uno de los que la habían estado siguiendo el día anterior. Era un sujeto bastante alto moreno y de unos brazos descomunalmente fuertes, vestía unos vaqueros muy simples y una camisa roja.

La arrastró hasta una calle desolada y sin decir ni media palabra la tomó de la cintura con la mano que tenía el arma y de la parte posterior del cuello con la otra mano, sin esfuerzo alguno la subió hasta su altura y movió la cabeza para dejar libre el cuello. Vía forcejeó con todas sus fuerza, uso su poder “déjame ir” le ordenó, pero era inútil su fuerza física era probablemente varias veces inferior y era muy difícil usar ese poder contra otro vampiro. La iba a matar, así como así, sin más preámbulo, sin explicaciones, ni las típicas palabras del villano para darle emoción al asunto, simplemente la mordió. Vía sintió como perdía su preciosa sangre y con ella su vida. Todo había sido tan rápido que no había tenido tiempo si quiera de pensar las cosas con claridad.

Entonces se le ocurrió, cómo no había pensado en eso antes, era tan obvio, si siendo humana funcionaba, por qué siendo vampiro no iba a funcionar, “¡auxilio!” gritó con toda la fuerza que pudo, “¡fuego!”, eso fue suficiente y comenzaron a escucharse ventanas que se abrían por todas partes, puertas de las que salía gente desesperada por ver que sus propias casa no se estuvieran quemando. En un abrir y cerrar de ojos la calle antes convenientemente desierta estaba llena de gente preocupada mirando en todas direcciones.

El vampiro tuvo que dejar de beber la sangre, era demasiado peligroso hacerlo frente a tantos humanos, cerró a medias la herida que había dejado en el cuello, con una sustancia especial en su saliva, por lo que Vía continuó sangrando un poco. Con su enorme cuerpo tapó completamente a la niña de la vista de los humanos que se habrían aterrado de verla con su ropa cubierta de sangre.

  • *Si vuelves a gritar te dispararé.

Ya le habían disparado en otras ocaciones y no le pareció gracioso tener que enfrentarse a eso nuevamente.

El sujeto la arrastró fuera de la calle atestada de gente que comenzaba a retirarse al creer que todo había sido una broma de mal gusto.

Tenía que pensar en algo que la librara y pronto. Con la mano cubrió la herida y miró en todas direcciones intentando encontrar algo que la salvara, pero estaba débil por la pérdida de sangre y no quería enfrentarse a las balas nuevamente, aunque tal vez esa era la solución pues no había visto que el arma tuviera silenciador y si disparaba la gente probablemente volvería a salir sobre todo si ella gritaba. No le agradó su plan, pero era lo único que se le ocurrió. Entonces se relajó para que el sujeto pensara que se había resignado y resultó, él dejó de poner tanta fuerza para agarrarla del brazo. Caminaron un par de pasos y Vía puso un pie en la pared y usando la propia fuerza del vampiro se subió por la pared y se dio una vuelta en el aire, eso generó un torque en la muñeca del sujeto y logró soltarse con más facilidad de lo que esperaba por lo que calló al suelo con cara de sorpresa. Sin pensarlo mucho giró de donde estaba y abalanzándose tan rápido que casi se cae, comenzó a correr. No vio lo que el sujeto hizo, tampoco se preocupó de mirar hacia atrás y verificar qué hacía, sólo corrió, tratando de alejarse lo más rápido que pudo. Estaba esperando el momento del disparo con los músculos de la espalda tensos, como si eso fuera a impedir que la bala hiciera más daño, pero el disparo no ocurrió.

Corría desesperadamente cuando de un golpe la tiraron contra la pared, sintió cómo la agarraban de la ropa y entraban a un edificio antiguo y de aspecto descuidado. La única luz que iluminaba el pasillo de color rojo cubierto de moho y manchas de distintas índoles, parpadeaba con algún tipo de ritmo macabro, haciendo que las imágenes se volvieran difusas y más tenebrosas de lo que ya eran por sí solas. Allí el sujeto le tapó la boca con su enorme mano para evitar que gritara y volvió a morderla mientras Vía se retorcía de dolor tratando de escapar.

Entonces, cuando ya había perdido la esperanza y sentía cómo lo que le quedaba de sangre dejaba su cuerpo, ocurrió el segundo milagro. Sintió que algo húmedo y helado le salpicaba la cara. Por el sabor supo que era sangre, aunque no entendió qué hacía su sangre allí, entonces abrió los ojos que había cerrado cuando se había dado por vencida y vio a la bestia que la noche anterior la había secuestrado y estaba mordiendo la cabeza del vampiro. Escuchó crujir los huesos del cráneo al ceder ante la fuerza de la mordedura hasta que las mandíbulas se cerraron por completo. El vampiro la sontó y su cuerpo cayó pesadamente.

Y allí estaba la horrorosa criatura de las pesadillas de todo vampiro, mirándola con sus ojos inyectados en algo que parecía odio. Nuevamente se le acercó a la niña, que aún estaba de pie junto a la pared con el rostro desfigurado por el terror y un hambre desgarrador que había dejado la pérdida de sangre. La enorme criatura gruñó y se alejó un metro y se transformó en el lobo negro que había dejado en el bosque.

Estaba en una situación extraña, el hambre le comía las entrañas, pues el vampiro la había dejado casi seca, el olor de la sangre y el cadáver la invitaban a alimentarse, sin embargo no se atrevía a moverse, no con ese hombre lobo tan cerca.

El lobo volvió a acercarse haciendo que Vía comenzara a temblar de pies a cabeza, el hambre, el terror, el olor, su temblor involuntario, todo giraba en su cabeza. Sintió su respiración agitada tal cual habría sido si hubiera estado viva. De pronto un atisbo de lógica cruzó su mente, por qué ahora temblaba y cuando le estaban consumiendo su vitae no estaba tan asustada si había estado tan cerca de la muerte como en ese momento. Instantáneamente dejó de jadear y miró nuevamente con tranquilidad al lobo completamente negro que le devolvió la mirada con sus ojos igualmente negros. Por algún motivo ya no temblaba compulsivamente, ni jadeaba, ni siquiera estaba realmente asustada, era como si hubiera preferido dejar el terror para cuando esa criatura decidiera atacarla finalmente.

Esperó tranquila el momento, pero como antes, la criatura sólo se sentó como si esperara algo con sus ojos intensamente fijos en ella. Era tan increíble esa situación que por un instante creyó estar soñando, pestañó un par de veces y recordó las mordeduras tan dolorosamente reales que era imposible que fuera un sueño.

Entonces una idea descabellada le cruzó la mente, ese hombre lobo la había rescatado… la estaba… protegiendo. Era una idea tan loca incluso para ella, que intentó desecharla, pero se le quedó dando vuelta. Sería eso posible, sería posible que esa bestia estuviera protegiéndola, pero por qué, ella no recordaba haber hecho algo por algún hombre lobo, ni por ser viviente alguno, ni antes ni después de convertirse en vampiro. Tal vez quería algo o necesitaba algo, pero no tenía cómo preguntárselo.

Las palabras del lobo que le había hablado hacía algunas hora sonó en su mente nuevamente, “ella te ha elegido por sobre su manada”, ¿realmente esa cosa podría haberla estado protegiendo?, ¿realmente era eso posible? Entonces haciendo a un lado todos sus prejuicios y miedos, ya que no tenía nada que perder, pues ya había apostado su vida, estiró la mano hacia el lobo, como lo habría hecho con un perro para que reconociera su olor. Para su sorpresa en lugar de arrancarle el brazo, el lobo se acercó y volvió a sentarse a su lado. “Que conveniente”, se dijo a sí misma, sus ojos mostraron la mezcla de sentimientos, cuántas oportunidades, cuántas opciones con un guarda-espalda de esa naturaleza, qué vampiro se atrevería acercársele, sólo tendría que enseñarle a hablar como le había dicho la loba añosa para poder usar a la mejor arma que ha tenido jamás ningún vampiro. Sus ojos se iluminaron aún más con la idea de poder apoderarse de la ciudad entera, vengarse de toda esa tropa de idiotas que la habían estado siguiendo para matarla. Si ya tenía a un hombre lobo, por qué no tener unos cuantos, un ejército de ellos, le pareció ambicioso, pero no irreal.

“Que extraño, hacía sólo unos segundo atrás me despedía de este mundo y ahora quiero conquistarlo”, pensó mientras miraba con el ceño fruncido a la criatura, fuente de toda su repentina ambición.

Se preguntó si sería seguro alimentarse frente a él, después de todo no tenía la más mínima idea de qué pretendía o quería ese lobo, pero pensó que tarde o temprano tendría que alimentarse y si esa cosa la mataba por eso, prefería que lo hiciera en ese momento y no después cuando ya hubiera hecho planes.

Lentamente y sin quitarle los ojos de encima al lobo se acercó al cadáver del vampiro, lo rodeó para quedar siempre de frente a la criatura y se agachó para tomar el cuerpo mutilado del vampiro. Aún mirando al animal acercó la boca al cuello y lo mordió. Por un instante notó que el animal se estremecía como si hubiera estado intranquilo, y hubiera querido dejar de beber, pero ya no podía, el hambre se había apoderado de su cuerpo y no podía dejar de extraer el delicioso líquido vital.

Para cuando hubo saciado su hambre en parte, pues el sujeto había perdido mucha sangre y no fue suficiente para Vía lo que quedaba en ese cuerpo, el lobo estaba de pie cerca de la puerta con una expresión indescifrable para ella. Por un momento volvió a tener miedo, pero como hacía algunos momentos atrás volvió a la tranquila sensación de ambición y se acercó al lobo con cuidado. Cuando estuvo a su lado se agachó y tocó su pelaje perfectamente oscuro y brillante. Si la bestia la iba a matar, ese era el momento y lo esperó nuevamente sin miedo, pero pasó la mano por la cabeza y por el cuello y la bestia no se movió, sólo se quedó allí mirándola con los ojos muy abiertos. Pasó la mano por detrás de la oreja y le rascó suavemente.

Había tanto que hacer con un secuaz de esa naturaleza, pero antes que todo, debía deshacerse de las evidencias, no podía andar dejando cadáveres por ahí votados aunque pensara que ya no estaba bajo las leyes de los vampiros. Buscó un departamento vacío, no fue difícil pues sólo bastó con tocar los timbres del citófono y esperar a que en alguno no contestaran. Entró y dejó el cadáver allí y cerró la puerta. Convenientemente los cuerpos de los vampiros se deterioran muy rápido luego de muertos, y en unos cuantos días ya sería sólo polvo. Tal vez las manchas de sangre hubieran sido un inconveniente, pero el lugar estaba tan sucio que las manchas de sangre se perdían entre tanta mugre, sin mencionar que las paredes y lo que una vez fue una alfombra elegante cubriendo el piso eran de color rojo. Decidió que se arriesgaría a dejarlo como estaba.

No hay comentarios:

Publicar un comentario